16 de mayo de 2012

Arde el cielo.

 Todos, siempre, sin excepciones llegamos a un punto en el que la rutina  nos ahoga, nos cuelga, nos invade, se mete dentro de nosotros traspasando el límite de lo que queremos permitirle. Sentimos cansancio, repetición y que todo es lo mismo de siempre. Ese chico guapo a las 8y13 de la mañana que te mira diciendo, ya has perdido otro día el bus y se mete en el 60. La conserje que te dice, llegas tarde otro día más y tú prefieres hacer que no oyes antes de saltarle con : tú eres gilipoyas. La típica excusa al profe de turno : he perdido el bus en mis narices. Te sientas, escuchas hablar durante 3 otras de las materias que tocan. Timbre, patio. Vamos a fiarle a la mujer de la cafetería algo , esa con la que hablamos desde hace 2 años pero aún ni sabemos su nombre ya que vamos tan deprisa que ni hemos parado a preguntarle. Otras 3 horas. Por fin suena el timbre. Salida. De un lado a otro. Vaya! Menos 20, a subirse las 3 cuestas infernales. 'Hola mamá' 'Menudas horas Marta, he vuelto a empezar sin ti porque se enfriaba la comida'. 4ymedia, ' mierda, a ver si hay sitio en la biblioteca ' a las 9 llegas a casa y más de lo mismo de siempre. Nada nuevo.
 Vivimos ya sin emoción. Vivimos para servir a nuestra rutina en vez de a nosotros mismos. Por eso buscamos inconscientemente a la desesperada un chute de adrenalina que se resume brevemente en un cambio, sí, aquello que tanto nos atemoriza pero a la vez pedimos a gritos. Pero juegas con el peligro de que de un toque diferente bueno... o en recientes casos malo, y mejor aún , sin haberlo pedido.
 Volviendo a lo que decía. No somos máquinas dispuestas a cumplir los horarios que nos hemos marcado nosotros mismos dura y estrictamente. No podemos con ello. Somos más frágiles que eso. No estamos hechos a la perfección, ya que cuando llega un cambio puede derrumbarse toda nuestra construcción, pueden irse todas las piezas del rompecabezas en un segundo.
 Un momento frío, en el que todo parece quedar reducido a nada. Un momento en que todo el sentido que tenían las cosas se ha ido, se desvanece la lucha del día a día anterior y da paso a un desmoronamiento de todos los cimientos de tu rutina, y de tu vida. Donde te encuentras extraño hasta en tu propia cama, en tu propia casa y en tu ciudad. Donde sólo buscas huir antes que volver a construir todo. No tienes escapatoria.
Te ha llegado el mayor cambio de tu aburrida rutina. Te ha llegado reconstruir todo, partir de 0. Todo es nuevo y todo es muy antigüo a la vez. Al principio disgusta, pero confío que en un tiempo pueda decir: esto me gusta.




No hay comentarios:

Publicar un comentario